Reseña: Reloj de pulso | Rogelio Guedea

 

Niño problema que hace la tarea,
a lo largo de esta monografía,
la escritura de Rogelio Guedea
nos va regalando una nueva crónica
que desnuda por nuestra poesía
toda su tradición moderna-irónica.

 

Ahora sí, reseñemos Reloj de pulso

Rogelio Guedea posa entre libreros llenos de libros

Rogelio Guedea es uno de esos autores pulpo, lo mismo escribe novela (como su famoso El último desayuno), que poesía y ensayo. Esta característica como escritor de abanico queda plasmada en un ejemplo concreto de su historia personal: licenciado en derecho de formación académica, Guedea se desempeñó algún tiempo como ministerio público en su natal Colima. Trabajaba el turno de la noche y durante los horas muertas escribía poesía. También durante ese periodo abrevó e ideó su trilogía de novelas Conducir un tráiler, 41 y El crimen de los Tepames.

Reloj de pulso es parte de su trabajo como ensayista y crítico de poesía. Como bien apunta en la introducción, en México hemos dado por sentado que la poesía, el poema, debe explicarse a sí mismo, como unidad completa, y por lo tanto no necesita explicación. Si bien esta idea no es del todo errónea, tenerla como ley escrita en piedra ha impedido el desarrollo de una mayor y mejor crítica especializada en el ejercicio poético. Si bien la estructura del texto encaja mejor en el género de la monografía (aunque Guedea lo define como crónica), creo que sin duda su punto más fuerte es un ensayo intermedio que postula que la ironía ha sido el hilo conductor de los poetas del siglo XX.

Portada de Reloj de pulso de Rogelio Guedea

«Descanso de caminantes. La ironía en la poesía mexicana del siglo XX» es el título del ensayo mencionado. La poesía afinada en tono irónico no es exclusiva de México, como bien señala Guedea es un elemento que, al menos en español, podemos rastrear hasta el Libro del buen amor de Arcipreste de Hita (Juan Ruiz, escrito entre 1330 y 1343) e incluso en ejemplos más cercanos están Nicanor Parra con prácticamente toda su obra, Roque Dalton, Antonio Cisneros y el Mario Benedetti de Poemas de la oficina, entre otros muchos. El acercamiento al tono irónico parece incrementarse en el transcurso del siglo, según lo enlista Guedea, pues si durante la primera mitad del siglo XX hubo cosecha de ironía, durante la segunda mitad los poetas irónicos componían un campo completo, con todo y sus variantes, estilos y colores. Entre algunos de los máximos exponentes podemos mencionar a Jose Eugenio Sánchez, Armando Alanís Pulido, Dana Gelina, José de Jesús Sampedro y Luis Miguel Aguilar.

[En este video Guedea habla de su paso por el ministerio público en Colima]

 

El resto previo y posterior a «Descanso de caminantes» es una monografía que divide dos siglos de poesía mexicana sólo en neoclasicismo, romanticismo, modernismo, vanguardia, neorromanticismo, posmodernismo y un epílogo llamado anfiguardia. Cada uno de estos periodos son explicados con una contextualización leve y luego se profundiza un poco más a través del enlistado de algunas de las plumas más destacadas de cada periodo. La división, omisión y orden de los periodos, como siempre pasa en estos casos, es discutible. Guedea lo sabe y lo hace explícito. Por todo esto Reloj de pulso es un excelente texto introductorio a la historia de la poesía del México apellidado «independiente».

Otro de los puntos que llaman la atención es que Guedea no adora las figuras de poetas encumbrados como Octavio Paz y José Emilio Pacheco. Al primero lo baja del pedestal divino y lo coloca en un vitral mucho más humano. De Paz escribe: «se ha dicho que es el poeta y ensayista más ‘reconocido’, pero no que sea el más importante ni el mejor, ni acaso el más influyente, por lo menos en las vertientes escriturales actuales». Otro de los poetas al que baja del pedestal es José Emilio Pacheco. Este hecho resulta sorpresivo, porque entre la comunidad poética actual bajar del pedestal a Paz es un deporte popular, pero bajar de ‘magnífico’ a Pacheco no es nada común. De hecho, con Pacheco, Guedea es un poco más duro: «Pacheco es citable (su poesía está hecha para ser citada muy fácilmente -poemas ecológicos, históricos, románticos y posmodernistas-), pero no llega a ser memorable». Si bien quien esto escribe no está de acuerdo con tal descripción, entiendo que la sorpresa a la crítica a Pacheco proviene de la falta de crítica descrita en la introducción de Reloj de pulso. Estamos tan acostumbrados al «¡maestro!» y aplausos y alabanzas y respeto dedicado a los poetas, que cuando reciben unos jitomatazos nos parece poco común, porque lo es.

Sin duda «Descanso de caminantes» es la joya de este ensayo. Pero en segundo lugar colocaría el epílogo, llamado «Anfiguardia». ¿Qué es esto de anfiguardia? Poesía anfibia. Lo mismo nada que todo. Lo mismo soneto que verso libre. Lo mismo experimental con el lenguaje que cursi. Para Guedea los poetas del último cuarto del siglo XX son multiinstrumentistas. Es un rasgo de la posmodernidad mirar al pasado con los dos pies en el presente. De esta característica no se ha salvado la poesía mexicana, la cual, además pone el acento en la ironía. Por supuesto no a todos los poetas jóvenes (o más recientes) les queda ese saco, hay excepciones como Coral Bracho, pero como generación enarbolan esas banderas con orgullo. Nota, el propio Guedea pertenece a esta generación, al menos en términos de edad.

Reloj de pulso aporta su granito de arena en la construcción de una crítica poética actual, que buena falta hace. El camino es largo, porque primero hace falta quien quiera criticar (analizar) el ejercicio poético del país, quien quiera publicarlo y después será una tarea ardua, tal vez más que la primera y la segunda juntas, lograr que los poetas y los lectores lean las críticas. Ambos sujetos tendrán que dejar el ego y el fanatismo de lado, respirar profundo y sumergirse en críticas de las cuales no siempre saldrán bien parados.

GUEDEA Rogelio, Reloj de pulso. Crónica de la poesía mexicana de los siglos XIX y XX, UNAM, México, 2011.
Yo lo encontré en la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria, Ciudad de México, México.

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